No existen dos opiniones respecto a que Miguel Ángel ‘la bruja’ Romero, ha sido uno de los mejores volantes ofensivos que ha vestido de albirrojo. El trasandino que llegó a darle peso al plantel el año 2000, de inmediato deslumbró a la hinchada; instalando la sensación que, con él en cancha, el título y el ascenso no eran una utopía.
Dentro de las notas que estamos haciendo a las figuras que en distintas épocas defendieron a Unión San Felipe, no podíamos dejar fuera a un jugador que fue referente dentro y fuera del campo de juego. “Que alegría saber que se acuerdan de uno”, nos señaló el ex jugador ahora avecindado en Coquimbo, pero que sentimentalmente está fuertemente ligado al valle de Aconcagua, ya que su esposa es sanfelipeña.
¿En que está Miguel Ángel Romero en la actualidad?
“Por estos días en cuarentena(risas). Vivo en Coquimbo, una ciudad muy linda que me gusta mucho. Desde mi retiro el 2014 decidí quedarme en la cuarta región. Tras el fútbol me hice comerciante, y la verdad me fue bien, pero decidí vender mi emprendimiento. No me quejo de como vivo”.
¿Recuerdas cómo se generó tu arribo el año 2000?
“Ese fue un año bien particular para mí. El primer semestre estaba en Everton en Primera A, pero el entrenador (Jorge Aravena) no me utilizaba mucho, así que decidí aceptar el llamado de Unión San Felipe, que iba puntero en el torneo de la B. En lo personal era un lindo desafío porque debía desdoblar esfuerzos para poder tomarme una revancha por lo que había vivido en Viña Del Mar. Felizmente fue un tremendo segundo semestre en lo personal y colectivo, que nos permitió hacer un verdadero campañón”.
¿Te marcó lo que te tocó vivir lo de San Felipe donde la gente te tenía como ídolo y algunas tiendas incluso te llevaban para que firmaras autógrafos?
“Fue todo muy lindo lo que viví allá. Creo que todo se dio porque tuve un rendimiento notable, pero también fui una buena persona. El cariño con la gente era reciproco, y por lo mismo no tuve problemas en renovar en el club, pese a que tenía otras ofertas”.
¿Qué recuerdos se te vienen a la mente?
“La temporada 2001 donde estábamos invictos y nadie nos podía ganar en el Municipal. De esa campaña viene al apodo a ese estadio. ‘La Bombonera de Aconcagua’. Recuerdo que perdimos un solo partido casi al final del torneo; Wanderers nos venció y posteriormente se titularía campeón. Ese año Unión San Felipe se ganó un respeto pocas veces visto, ya que todos, incluidos los ‘tres grandes’ temían enfrentarnos en nuestra cancha”.
¿Algunos compañeros que dejaron huellas?
“Del 2000 te puedo mencionar a Hector Roco, Mario Craviolatti, Luis Corvalán y Jorge Pérez, por nombrar a algunos, y en el 2001 Francis Ferrero, ‘el cachi’ Bechthodlt, Cristian Leiva y Ricardo González. En todo caso los dos grupos eran muy buenos. Para tener buenas campañas es vital tener buenos grupos de personas”.
¿Unión San Felipe fue el trampolín de tu carrera profesional?
“Ir a San Felipe fue una apuesta porque yo entendía que debía andar bien para recuperar lo perdido. Soy un agradecido de Unión San Felipe porque pude llegar a Colo Colo, además que hice mi familia allá. Tengo un cariño enorme por el club y la zona”.
Haciendo un ejercicio de ficción ¿Te hubiera gustado jugar en el actual Unión San Felipe?
“A que futbolista no le gustaría contar con todas las comodidades que gozan los chicos hoy. Son etapas distintas y por ese entonces había que adecuarse a lo que teníamos. En el fútbol hay que ser fuertes e inteligentes para saber sacar partido de algunas cosas. Por ejemplo, a nosotros nos sirvió mucho que la cancha no estuviera buena, ya que a pesar de eso jugábamos muy bien y a los rivales les costaba mucho hacer pie. El fútbol hay que saber disfrutarlo de cualquier manera. Recuerdo que en una de las partes que más disfruté jugar fue en Lota donde no teníamos agua caliente y unas canchas para entrenar muy malas”.
¿Notas que ha cambiado el fútbol chileno?
“Debería ser algo normal y una obligación que los equipos tuvieran los Complejos Deportivos que tiene Unión San Felipe, Magallanes o Curicó; lamentablemente aún hay clubes que están atrasados y que deben mejorar. Ojalá esto se pueda nivelar”.
Volviendo al 2001 ¿Dolió mucho perder el invicto de local de más de un año?
“Hay pocos casos de invictos que duren tanto. En ese entonces teníamos claro que en cualquier momento eso se podía acabar porque los rivales ponían algo extra para botarnos. Nos ganó el campeón y no nos hicimos mayores dramas porque éramos un grupo maduro y muy profesional”.
¿En algún otro club te sentiste tan ídolo como acá?
“La gente premia cuando ve el esfuerzo y compromiso que uno pone cuando defiende una camiseta, y si a eso le sumas que eres una buena persona que no rehúye el dialogo con nadie, la hinchada lo valora. Esa fue mi forma de actuar en todos los clubes que estuve, pero debo ser franco y no es porque esté hablando con el medio oficial del club, San Felipe fue especial desde el momento mismo en que asumí que ir para allá era con la intención de relanzar mi carrera”.
¿Cuándo jugabas acá surgió el apodo ‘la bruja’?
“Fue Claudio Palma, cuando relataba para Sky, que me puso ‘la brujita del Aconcagua’; después todos me decían así. Debe haber influido que tenía un parecido con Juan Sebastián Verón”.
¿Coincides con la apreciación de algunos que fuiste un adelantado a tu época?
“Es que yo podía jugar sin problemas por ambos carriles y de enlace. Siempre fui un jugador que se caracterizó por tener un gran resto físico; sabía sacar partido de eso. Si bien es cierto no tenía mucha marca, sí sabía posicionarme bien en las dos áreas; entones eso me transformaba en un volante muy completo, que podía darle variantes al equipo. Hoy día nadie puede jugar parado”.
¿Qué consejo le puedes dar a los niños de las canteras del Uní Uní?
“Lo primero es que sepan aprovechar las tremendas instalaciones que tienen. Otra cosa es que deben cuidarse y vivir el fútbol con responsabilidad; si no lo hacen es muy difícil que lleguen a ser profesionales. Deben tener claro que hay que disfrutar el sacrificio del entrenamiento”.
¿Eres hincha de varios clubes acá en Chile?
“Mi padre desde chico me enseñó que uno solo puede ser hincha de un solo club. En mi caso es Boca Juniors. Ahora me siento muy identificado con Unión San Felipe, Coquimbo y Audax Italiano, que fueron clubes donde logré cosas importantes. Es claro que me alegro cuando al Uní Uní le va bien, y embronco cuando no”.
¿Te quedó algo pendiente por cumplir?
“Siempre digo que lo único que le faltó hacer a Dios fue que el fútbol durara hasta los 70 años(risas). Nunca pienso en lo que me faltó, porque siempre recuerdo todo lo lindo que me dio este deporte. No me guardé nada y tuve una carrera feliz y muy productiva”.