Si se mira con detención y se pone mente fría para encontrar el equilibrio necesario, el análisis es concluyente respecto a que la escuadra albirroja está exhibiendo un alza general, porque más allá de algunos sinsabores, como lo fue el empate con San Marcos, el categórico triunfo sobre Barnechea no debe llamar a la sorpresa, sino que debe mirarse como otro paso adelante en su crecimiento futbolístico para alcanzar la tan anhelada regularidad.
Unión San Felipe es uno de los dos equipos de toda la división -el otro es Copiapó- que exhiben en los últimos cinco encuentros tres victorias (Universidad de Concepción, Santa Cruz, Barnechea), y si dentro de ese grupo de cotejos se lamenta una derrota-ante Cobreloa- se debe única y exclusivamente por un arbitraje que le fue completamente perjudicial.
Ante el AC Barnechea se dieron pasos adelante en todos los sentidos, porque había pasado mucho rato en que no se veía a un conjunto sanfelipeño contestatario y con una convicción tan grande que le permitió sobreponerse a situaciones límites, como lo fueron, por ejemplo, el tener que remar desde atrás al estar en desventaja en el marcador y un hombre menos tras controvertida expulsión de Lucas Wilchez al filo del primer tiempo.
Amparado en una gran forma física, el conjunto albirrojo parecía decido a todo en el Municipal de La Pintana, reducto en el que se mostró como un equipo compacto, concentrado y muy ordenado en todas sus líneas, a lo que agregó una contundencia ofensiva letal, poco habitual este 2021.
Unión San Felipe logró un triunfo trabajado e igualmente lucido, que entusiasma mucho para el tramo final del torneo, porque es muy evidente que el plantel ganó mucho en confianza y en lo anímico, factores que pueden ser determinantes para intentar una arremetida para intentar meterse en la hasta hace poco lejana-ahora no tanto- postemporada.